jueves, 29 de julio de 2010

La mascarada

Él la tendió suavemente sobre la mesa sin dejar de mirarla a los ojos, los demás los miraban sonriendo y jugando disfrutando de la fiesta. El vio el miedo en la mirada de ella. Normal, él era el príncipe de lo oscuro, de la noche, del dolor. Cada semana le traían a una mujer de la calle para que la posea delante de todos en sus reuniones vampiricas. Un juego que sacaba de quicio a los más antiguos y divertía a los novatos.
Pero esta vez, era diferente.
La mirada profunda de la muchacha no le dejaba pensar con claridad le hacía, ¿Temblar?
Era la primera vez que la veía pero aun así sentía que era suya desde siempre.
La muchacha le miro con suplica en sus ojos y luego bajo la mirada, unos ojos azules, penetrantes, como el mar.
Un vampiro del publico grito,
“Vamos príncipe demuéstrale quien eres”
El miro al vampiro con odio un momento, pero cambio su rostro en una sonrisa fría, no quería que notaran la debilidad que sentía ante aquella mujer. Se agacho y le beso los labios de color rosado con ternura una ternura que hacia siglos que no usaba. Nota como los labios de esta temblaban, torpes, ¿Acaso el miedo la paralizaba o acaso nunca habían sido probados por un hombre? Imposible le traían siempre mujeres mendigas de esas que al mundo ya no le importaba que desapareciesen, mujeres que habían vendido su cuerpo a cualquier degenerado que las había hecho suyas contra cualquier jergón o pared, rápido, sin pensar en el placer de ellas.
Se recostó encima de la muchacha y vio como sollozo un momento, una debilidad que duro unos segundos, pero rápidamente sus ojos que tanto le habían cautivado se volvieron de desafío, levanto el mentón y lo reto.
Tenía orgullo la muchacha.
Sonrió y vio en la mirada de ella sorpresa. Se agacho para besar mas sus labios notar su sabor de miel que le recordaban a algún postre Francés, y al notar como ella le besaba torpemente sintió un calor inundarle, interiormente claro, pues su cuerpo estaba frio por la muerte tras su conversión, aun así quería hacerla suya. Le desabrocho la túnica suavemente y oyó los murmullos de los vampiros impacientes, intento no escucharlos, esta vez no era solo por diversión, la quería por algo más. Deseaba romper el hechizo que nublaba la razón de la mujer, que le hacía dejarse llevar por el a pesar de que su mente se lo prohibía, la había seducido con ese don tan peculiar de los de su raza. Quizás si se lo quitaba ella se dejara, quizás le deseara tanto como él a ella. Sacudió la cabeza moviendo su hermoso cabello dorado de un lado a otro, Se acabo de tanto pensar, la necesitaba y la necesitaba ya.
Termino de desabrochar la túnica y acaricio sus pechos con dulzura recreándose en los pequeños pezones oscuros que los coronaban, el calor que invadió el cuerpo de ella. Alzo el rostro y lo que Vio le gusto, el rubor de las mejilla de ella y como, desesperada, se mordía el labio. El sonrió picadamente y los siguió acariciando mientras volvió a besarla de nuevo mordiéndole los labios con pasión pero con cuidado de no hacerlos sangrar con sus colmillos. Jugó con ellos mojándolos con la punta de la lengua, explorando su boca disfrutando de su sabor. Hubiera seguido así, con su mano derecha suavemente en su pecho y su boca pegada a la suya, respirando el mismo aliento pero un gemido de ella le hizo hervir mas la sangre, deseaba poseerla.
La desnudo poco a poco y se sorprendió al ver como ella le abrazaba el torso desnudo haciendo caer más la camisa que el había dejado a mitad de quitar. ¿Un acto reflejo? ¿Un movimiento involuntario producido por su poder? Hoyo las risas y los comentarios obscenos de los demás vampiros que comenzaban a calentarse, el se levanto y miro a su alrededor. Por un momento había olvidado que estaba rodeado de acólitos y sires de las más altas esferas vampíricas. Por un momento había olvidado sus sonrisas lascivas sus ojos que desnudaban. La banda de música había desaparecido, los vasos llenos de sangre ya no habían existido. Solo el cuerpo caliente y blanco de la mujer que tenía en sus brazos.
Sintió un sentimiento que nunca antes había sentido era como ira, furia, tal vez ¿Celos? No quería que nadie viera el cuerpo de la muchacha y noto como los celos crecían dentro del como la sed de sangre al no tener nada que lo alimentara.
Se levanto tan bruscamente que la banda de músicos dejo de tocar mirando hacia el pedestal donde se encontraban.
El cogió su camisa de la silla y tapo a la muchacha con ella mientras la cogía en brazos y noto como la muchacha no aguantaba más y se desmayaba.
La beso suavemente en la frente y se acerco hacia la puerta donde se encontraba un vampiro un poco más joven que él, este le mira sorprendido.
“Rishak, llévatela a mis aposentos”
El vampiro cogió a la muchacha y salió casi corriendo por el vestíbulo hacia los aposentos del príncipe, no hizo preguntas.

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